La vida y obra de Rufino Tamayo fue analizada por Alberto Blanco desde el CECUT

TIJUANA, B.C.- El artista multidisciplinario Alberto Blanco dictó la conferencia Rufino Tamayo, más allá de la dualidad en el Ciclo México a través de la Cultura, en la Sala Carlos Monsiváis del Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura.

Sustentada en una investigación de amplio rigor, la conferencia impartida por Blanco perfiló el trabajo del afamado pintor zapoteco y su influencia en la plástica mexicana, que es reconocida universalmente, junto a un caudal de obra de enorme refinamiento estético, que abarcó el muralismo, la pintura de caballete y la de gran formato.

“La dualidad del arte mesoamericano en general y del mixteco-zapoteco en particular, es perfectamente visible en el arte de Tamayo, también lo es la unión de los opuestos, en su mural expuesto en el Museo de Antropología se manifiesta esta visión dual, antiquísima y moderna al mismo tiempo”, explicó el ganador del premio Javier Villaurrutia de escritores para escritores 2017.

“Sus imágenes son a la vez sofisticadas e infantiles, sensuales y austeras, inmóviles y dinámicas, violentas y melancólicas, preocupadas y estoicas, pero el dualismo de Tamayo  va más allá y cala más profundo que una somera enumeración de las polaridades evidentes en su trabajo, Tamayo es un tradicionalista en el sentido de que trabaja de acuerdo con antiguas las antiguas tradiciones de lo que es ser un artista”, continuó Blanco.

“Cada una de sus imágenes es un objeto bien hecho, y resultado de un plan cuidadosamente calculado, sin embargo la exuberancia de su colorido, la opulencia de su texturas, el curso caprichoso de su línea, las repentinas pulsadas de brillo, sugieren una espontaneidad que raya en la improvisación, incluso en el accidente, nada tradicional”,  afirmó el autor de El canto y el vuelo.

Los comentarios de Blanco estuvieron ilustrados con la proyección de imágenes sobre la obra de Tamayo, Anuncio de cortesía de 1934, Animales de 1941, Hombre con Guitarra de 1950 y la obra en gran formato llamada Dualidad, expuesta permanentemente en el Museo de Antropología de la CDMX, entre otras llenaron de colorido la pantalla definiendo la maestría que colocó a Tamayo como uno de los más grandes pintores mexicanos.

“No sorprende que Tamayo pintara parejas de seres humanos a lo largo de los años, pero también de objetos de animales, opuestos y complementarios, Tamayo prosperó en el nutritivo lugar común que, manifestado en su arte, hemos relacionado con el elemento nacional, del cual la dualidad es un rasgo esencial, literal y simbólico”, concluyó Blanco quien ha vertido sus conocimientos sobre artes visuales en el libro El eco de las formas.

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