La Fundación Alfredo Harp Helú para el Deporte, tuvo un encuentro con la historia de México, al llevar su programa Semáforo Deportivo a la escuela Primaria Internado 17 Francisco I. Madero, quien como presidente de México la mandó construir para los huérfanos de la Revolución en 1911.
En este recinto educativo con 109 años de historia enclavado en la alcaldía de Venustiano Carranza en la Colonia Morelos (antes La Bolsa) se han atendido a miles de niños y jóvenes que ante carencias económicas, humanas y afectivas han tenido los mínimos indispensables de educación, alimentación, vestido y deporte para salir adelante.
Hoy ante la presencia de autoridades educativas y 10 escuelas primarias se entregaron cientos de pelotas de basquetbol, voleibol y futbol; así como casacas, redes, silbatos, conos, medallas y material impreso para promover el deporte y la activación física en diversas comunidades escolares de la alcaldía de Venustiano Carranza.
Daniel Aceves Villagrán medallista olímpico de Los Ángeles 1984, recordó que su papa, el luchador profesional Bobby Bonales, vivió en ese internado durante la década de los 20’s del siglo pasado.
Añadió que gracias a dicho internado miles de niños y niñas tuvieron un cambio en su destino de vida, pues el acceso a la educación impartida y a la capacitación para el trabajo (ahí enseñaban carpintería, electricidad y otros oficios), les permitió forjarse un futuro para ellos y sus familias.
Hoy en día en la primaria internado 17 se practica levantamiento de pesas, lucha olímpica, tiro con arco y natación, destacó Aceves Villagrán.
Este espacio abrió sus puertas el 24 de diciembre de 1911, por mandato del presidente Francisco I.
Madero. Motivado al ver una gran cantidad de niños y jóvenes huérfanos, en condición de calle, decidió construir un espacio en el que los apoyaran.
La escuela admitía desde niños de seis años hasta jóvenes de 19 y lo que buscaba el presidente Madero era que tuvieran un lugar para comer y dormir.
Entonces los alumnos adquirían “herramientas para enfrentarse a la vida adulta: aprendían a cocinar, cultivar, criar animales, planchar, lavar y hacer de comer. Las niñas se encargaban de hacer los uniformes para ellas y para los hombres; en esa época aún eran muy machistas.