Por Crisstian Villicaña
Cada vez que un mexicano es deportado de Estados Unidos tiene que afrontar una complicada realidad al existir poco apoyo gubernamental para este grupo de personas.
La presencia de personal del Grupo Beta en las puertas de salida a México no es una constante, haciendo que los deportados se tengan que valer por sus propios recursos, desde informarse a qué albergues acudir o conocer los programas para ayudarlos a regresar a sus Estados de nacimiento, entre otros aspectos.
“Probablemente haya algunos programas con algunas organizaciones o del Instituto Nacional de Migración (INM) que es el que los recibe y puedan ser canalizados a los programas de ayuda que normalmente se les termina el recurso o hay un recurso muy raquítico para la atención de ellos para retornarlos a sus lugares de origen y el problema de ello es que son temporale y no cubren la necesidad de nuestros migrantes connacionales deportados que día a día son sacados de Estados Unidos”, señaló José María García Lara, director del albergue Movimiento Juventud 2000.
No solo se deporta a personas adultas, desde hace años anteriores se ha presentado el fenómeno de los menores de edad no acompañados, niños que son puestos a la deriva tras ser expulsados de Estados Unidos.
Han sido diferentes organizaciones en pro del respeto a los derechos humanos de la comunidad en tránsito las que han hecho distintos señalamientos en torno a esta forma de proceder por parte de las autoridades de migración estadounidense.
“El problema más complejo es en las noches que quedan abandonados a su suerte, que son sacados y que ya no hay nadie para recepción en la parte de afuera más que migración mexicana y en momentos determinados ni ellos; creo que ahí hace falta precisamente personal para la mejor atención para que en un momento dado cuando son deportados en la madrugada o la noche sean atendidos por migración mexicana”, enfatizó el activista migrante.