Mensaje del Arzobispo en el encuentro con los medios, previo a las honras fúnebres del P. Ícmar Arturo Orta

Tijuana, B. C. a 19 de octubre de 2018.- El Arzobispo Metropolitano, Mons. Francisco Moreno Barrón, acompañado por el Vicario General, Pbro. Israel Ángeles Gil, y el Secretario Canciller, Pbro. José Velasco Arias, ofreceron un encuentro con los medios de comunicación previo a las honras fúnebres del P. Ícmar Arturo Orta.

A continuación el mensaje del Arzobispo Francisco:

“En primer lugar quiero agradecer a los Medios de Comunicación, a todos ustedes su servicio a la comunidad en este campo tan importante de la información, y al mismo tiempo agradecerles el interés que han puesto para cubrir esta noticia de la muerte del Padre Ícmar Arturo Orta.

Como ustedes comprenderán este acontecimiento está causando mucho dolor en la Arquidiócesis de Tijuana y desde luego en la familia del Padre Arturo.

La vida es un don de Dios. Nadie es dueño de su vida. Dios nos la ha confiado para que la administremos. Nosotros vamos a dar cuenta de nuestra vida a Dios. Por lo tanto nadie puede disponer de su propia vida arbitrariamente, y desde luego, nadie puede atentar contra la vida de otra persona. La vida es sagrada. La vida humana merece respeto.

A nosotros, la Iglesia, la Arquidiócesis de Tijuana, a su servidor, no nos corresponde hacer investigaciones ni hacer justicia. A nosotros nos toca iluminar con la Palabra de Dios, con la luz del Evangelio estos dolorosos acontecimientos. Y acompañar a la familia, acompañar a la comunidad parroquial, acompañar a todos aquellos que sufren esta perdida. Son las autoridades competentes quienes tienen que hacer las investigaciones y quienes tienen que aplicar la ley de la justicia. Por eso, yo hago un llamado a las autoridades para que esclarezcan este crimen, y a que aplicando la ley, hagan justicia.

La Iglesia no condena a nadie. La Iglesia quiere ser misericordiosa como Cristo Jesús. La Iglesia quiere reflejar el rostro misericordioso de Dios Padre. Esa, es nuestra misión, esa es nuestra vocación. Por eso la Iglesia ofrece el perdón, pero para que este perdón sea efectivo, es necesario el arrepentimiento. ¿Cómo puede alguien ser perdonado, si no se arrepiente? por eso, la Iglesia siempre nos está llamando a todos a la conversión de nuestra vida cotidiana. Y tenemos tantas cosas en qué debemos convertirnos, cambiar, renovarnos para bien de nosotros, de nuestra familia y de la sociedad de la cual formamos parte.

A quienes perpetraron este crimen les hago un llamado, tomen conciencia de la gravedad de su delito, ustedes valen mucho porque salieron de las manos de Dios a través del amor de sus papás. Dios les ama y anhela su conversión, su cambio. Por eso arrepiéntanse de corazón. Está en juego su felicidad eterna.

Como Arquidiócesis de Tijuana, nosotros seguiremos impulsando las vocaciones sacerdotales. Tengo mucha esperanza de que como fruto de esta promoción vocacional que estamos haciendo, pronto tengamos muchos y muy buenos sacerdotes a la medida de lo que está necesitando nuestra Arquidiócesis. De manera que la muerte del Padre Ícmar Arturo, dé fruto en una cosecha abundante de vocaciones al sacerdocio.

No es coincidencia, es providencia que hoy la Iglesia en el día de la Misa de exequias del Padre Ícmar Arturo celebra la Fiesta de San Lucas Evangelista, este hombre discípulo de San Pablo, que escribió el libro de los Hechos de los Apóstoles y el tercero en los cuatro Evangelios de la vida de Jesús. Y en el Evangelio hoy escuchamos estas palabras, yo no escogí el Evangelio es el del día de hoy, dice: ´La mies es mucha y los operarios pocos, rueguen pues al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos´. Eso lo dice Jesús a su Iglesia. Nos los dice a nosotros. Qué bien suenan estas palabras en ese momento para todos nosotros.

Concluyo haciendo un llamado a toda la comunidad social, a cada persona, a cada Institución, a nuestras autoridades civiles a que colaboremos todos, para que erradiquemos la violencia en todas sus expresiones y a que unamos esfuerzos para construir la paz en nuestra Tijuana, nuestra Baja California, nuestro México.”

El encuentro se llevó a cabo a las 10:30 a.m. en el Salón Episcopal del Seminario Mayor, ubicado en C. 10 a y Ocampo No. 8585, Centro.

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